La guerrera de la teta

lunes, 6 de junio de 2011

Lactancia materna si, peeeerooooo (II)

Habíamos dejado a LaNena intentando engancharse a su tan ansiada Teta de Vida en la UCI en contra de lo que la Pediatra pensaba.

Mi instinto de madre me decía que, si con 1.190 grms había manifestado claramente su preferencia hacia La Teta de la Vida, yo no podía darle un trozo de plástico, por muy suave y anatómico que este fuera, aduciendo que, como era muy chiquitina no iba a poder mamar. Que digo yo, esto ya es una deducción mía, de madre simple y persona sin mas, que si le doy a elegir entre piel suave, y dispensación a gusto del consumidor (recordemos a los sres. médicos que de la teta no sale si no se mama) o un envase de plástico en el que, si no eres avispado y tragas te ahogas, ¿cual elegirá el guacharro en cuestión, que por otra parte no domina demasiado la técnica? Ahí lo dejo, para las cabezas pensantes...

En fin, estaba yo intentando desarrollar una estrategia de diálogo con MiContrario para ver cómo convenciamos a la pediatra cuando una enfermera se apiadó de mi y me preguntó si quería ponerme a LaNena a La Teta de la Vida y claro, mi respuesta fue un rápido y sonoro SIIIIII. La enfe, que llevaba en el Resort Hospitalario ya hacía años me comentó que, de toda la vida los nenes se ponían a la teta y que antes no había tanto método moderno (conocéis el método "finger"? No, no son los fingers de queso, que esos son de comer pero no...) y así lo hice. Casi a escondidas y con un cojín de lactancia (artilugio que consiste en un medio rosco relleno de bolitas que al final no sabes qué hacer con él... con lo cómodo que es un cojín de toda la vida!!) puse a LaNena en el artilugio y le acerqué La Teta de la Vida y se obró el milagro. Se enganchó!! 


En ese momento me sentí poderosa, me sentí llena de vida, de esperanza y comencé a creer en mi lactancia. 


A partir de ahí, lo hice unas cuantas veces hasta que estuvimos seguros de que LaNena cogía La Teta de la Vida sin más problemas que los de cualquier guacharro recién nacido y entonces nos descubrimos ante la pediatra, que se quedó asombrada ante el acontecimiento y me dio permiso para iniciar la lactancia, aunque eso si, en tomas (las dichosas y malditas tomas).Tuvimos que claudicar con las tomas, pero eso nos permitió entrar a ver a LaNena durante más tiempo, en el que hacíamos método canguro y disfrutábamos de su sonrisa y sus gracietas.


Pasó el tiempo y por fin nos bajaron de planta y nos fuímos a la octava, a Neonatos, donde empezó la tercera parte de nuestro periplo.

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