Ojiplática me quedo oiga, ojiplática. Por cierto, gracias Bea por tan bonita expresión, que describe tan fielmente cómo me quedo a veces, pero a lo que vamos, que me lio.
Decía que ojiplática me quedo porque esta mañana, en mi incursión habitual en internete, visitando la web de Rtve me voy al enlace del programa Gente para buscar un reportaje sobre homeschooling y me encuentro una noticia en el minuto 16:08 que me deja algo preocupada.
La noticia en cuestión es que una señora fue condenada a dos años de alejamiento de su hija por darle dos cachetes y ha sido absuelta.
Dicho así, pareciera que estoy de acuerdo en la condena, y no. No estoy de acuerdo en que a una madre se la separe de su hija por haber perdido los nervios y haberle dado dos cachetes, peeeeero tampoco estoy de acuerdo en que dicha acción se vea como algo natural y, de manera natural uno se ponga de parte de la apesadumbrada madre ¡¡!!
A ver, un poco de sentido común, señores/as. Que es normal perder los nervios, si, QUE NO ES NORMAL PEGAR A UN NIÑO/A, TAMBIÉN. Es que no podemos verlo como algo normal, porque no lo es, porque en ninguna sociedad civilizada debería serlo, y porque, si enseñamos que cuando no se hace lo que queremos o no estamos de acuerdo con algo, allá va el tortazo, no pretendamos después que nuestros jovenes se sienten pacíficamente a tomarse una caña en una terraza y charlen sobre filosofía budista, NO SEÑOR. Lo normal será que hayan aprendido que la violencia sirve de algo y que, además es un acto normal, con lo que, la usarán de forma normalizada. Y lo siento, pero no me parece bien.
Además de esta noticia, ayer por la tarde, en 13Tv en el programa Te damos la tarde (vaya si me la dieron, si), me encuentro a Nieves Herrrero debatiendo con unos contertulios sobre si el tortazo está bien como medida disciplinaria, y pienso, ¡no puede ser! A ver Irene, tu te has cambiado de planeta y no te has enterao, vuelve al tuyo mujer. Lo intento pero el teletransportador me dice que no, que estoy en mi planeta y sigo escuchando.
Un señor llamado Nacho Sierra dice, con cierto orgullo y sin ni siquiera pestañear que a sus hijas les ha dado algún cachete y que, no solo no se arrepiente sino que lo hizo por su ¡bieeeennnn! y a su lado, otro al que no conozco argumenta: a ver, los hijos no entenderán que nos duele más a nosotros que a ellos, pero lo hacemos porque los queremos, porque es necesario para que aprendan límites (deduzco que a este señor nadie le ha enseñado a dialogar).
Ojiplática, asombrada y estupefacta a la vez que indignada y triste me he quedao.
Si se justifica el pegar a un niño con que es por su bien, es por su educación y es para que aprenda a comportarse, no tengo nada que decir, es un fiel reflejo de lo que tenemos hoy: Jovenes malcriados que no respetan nada ni a nadie, faltos de valores y limitaciones que les enseñen a vivir en sociedad. Aquí es donde alguien alza la voz indignado y te dice ¡claro, si no los disciplinas y se lo das todo así están! ¡Hay que poner límites!
Ay Dios mío con los dichosos límites!! A ver, una preguntica a l@s que estáis casados o en pareja cuando hay una desavenencia, discrepancia de opinión, disparidad de criterio, en fin, llamemosló X con vuestr@ contrari@,¿le dais un guantazo para que haga lo que queréis y aprenda a vivir en esa sociedad que habéis creado? Espero que no, la verdad. Lo normal en estos casos suele ser que:
1. Si el susodicho/a está muy encolerizado lo dejemos para que se calme, ya sea viendo la tele, en el ordenador, en una habitación a solas o, en muchas ocasiones, dando un paseito a la vera del fresquito de la calle, que aclara muy bien las ideas.
2. Una vez está calmado, nos sentamos y dialogamos como personas para solucionar el conflicto y llegar a un punto en común si se puede y si no, llegar a un acuerdo de qué se hará cuando se de la situación que crea el conflicto.
Y ahora pregunto,¿eso mismo no lo podemos hacer con un niño? A mí me parece que si. El problema está en que, a tu pareja queda feo que la guantees en el aparcamiento del Kinepolis porque no quiere irse y quiere una hamburguesa del BurguerKing, mientras tu lo que quieres es llegar a casa y soltar las bolsas de la compra de una vez antes de que el helado llegue hecho crema de menta-choc, que luego hay encima que limpiar el coche. Claro, si es normal. Pero tu pareja no lo entiende. Él quiere una hamburguesa, y tu, ¡zas! le arreas el tortazo y lo metes en el coche, arrancas mientras él va echando improperios y llegáis a casa.
Va a ser que no.
Si la situación la ponemos con un peque la cosa cambia, ¿a que si? Con ellos no hay paciencia que valga, son intensos, tienen la capacidad de sacarte de quicio y, lo peor, ¡no razonan! ¿o si? Tal vez, si desde pequeñitos los enseñamos a razonar, aunque tengan rabietas y no podamos evitarlas (el llanto no es más que la expresión del cabreo, vamos lo que hacemos los adultos cuando nos cagamos en el cop.... y esas cosas), tal vez entonces, los hagamos razonar poco a poco y lleguemos a una convivencia pacífica.
¿Perder los nervios? Si. ¿Pedir perdón? También. Que parece que nos cuesta, leche. Que si le has dao un zangarreón al pobre niño, o un grito, pues cuando se pase la situación y se hable del tema se pide perdón, igual que lo haces con tu pareja o un amigo, que no cuesta tanto y además enriquece la relación.
Así, y solo así, creo que la sociedad cambiaría y tendríamos niños más cooperativos y adolescentes menos burros